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Las madres perfectas

Las madres perfectas:

Saben siempre lo que hay que hay que hacer.

Tienen todas las respuestas.

Leen, se informan y se forman.

Están siempre alerta a las necesidades de sus hijos/as.

Siempre atienden a sus hijos/as con celeridad.

Saben organizar su tiempo.

Llegan siempre a la hora.

Se responsabilizan de que sus hijas/os coman siempre sano.

Están siempre disponibles.

Saben dónde está cada cosa en casa.

Encuentran todo lo que se pierde o no aparece.

Saben siempre qué hacer cuando sus hijos/as enferman.

Se sienten felices siempre.

No necesitan nada para ellas.

Pueden con todo y si surge algo más, también pueden.

Nunca gritan ni se enfadan.

Siempre dan amor incondicional.

Se preocupan de tener su físico a raya.

Sonríen.

Se “arreglan”, saben ponerse guapas.

Son organizadas y ordenadas.

Se sienten muy culpables cuando no pueden cumplir con alguna de estas cosas.

Se olvidan de divertirse.

Cada vez se ríen menos.

Se sienten responsables de cada cosa que les ocurre a sus hijas/os.

Dejan de prestarse atención.

Se aburren.

Empiezan a no gustarse.

Cada vez tienen menos paciencia.

Les cuesta empatizar con sus hijos.

Cada vez están más resentidas.

Se enfadan más.

Se olvidan de las cosas que les hacen sentirse bien.

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¿Y si nos diéramos un poco de lo que damos a nuestras hijas/os?

Atención, cuidado, indulgencia, amor incondicional, tiempo, respeto.

Cuida las palabras que te dices, vigila los mensajes que aparecen en tu cabeza, háblate con cariño.

Tú también estás creciendo, como ellos, a través de esta experiencia.

Permítete avanzar, equivocarte, reflexionar, rebobinar, volver a empezar.

Nunca es tarde para dejar de intentar ser perfecta y empezar a disfrutar tu vida.