Sin importar la edad que tengamos el niño que fuimos y que sigue viviendo dentro de nosotros aparecerá en ocasiones.
Unas veces para ayudarnos a disfrutar, divertirnos y jugar en un mundo de responsabilidades que puede tornarse aburrido y gris en ocasiones.
Otras nos conectará con esa parte más vulnerable de nosotros mismos, con nuestros miedos más primarios, con nuestros recuerdos y quizás con aquello que nos faltó.
Eso que a veces vuelve puede hacerlo con tanta fuerza que haga que nos olvidemos de quienes somos ahora, de todos los recursos que hemos ido adquiriendo y de cómo ahora, desde nuestra autonomía tenemos las riendas para poder escoger lo que nos hace bien y alejarnos de lo que nos daña.
Me encantó ver ayer esta ilustración que me recuerda lo importante que fue para mí hacerme cargo de esa niña interior, explicarle que yo ahora estaba al mando de la situación, que estuviera tranquila que yo, la adulta, la cuidaba.
