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Crianzas y pedagogías respetuosas

lo que aparece debajo de la alfombra

Tengo que decir que desde hace tiempo ya no sé cómo nombrar las cosas.

Ya hace tiempo que cuando escucho palabras como: crianza respetuosa, disciplina positiva, crianza con apego, gestión de las emociones, pedagogía blanca...me echo a temblar.

Porque mi cabeza quiere, quiere encontrarse dentro del grupo, como todos los seres humanos, yo también quiero pertenecer, sentirme unido al grupo.  

Y me meto, con todo el corazón y toda mi confianza y zas, va y debajo de la alfombra sigue ahí escondido el lobo de siempre.

El gran lobo de la DESCONFIANZA. La desconfianza más grande, la desconfianza en el ser humano.

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Y entonces me doy cuenta de cuánto camino por recorrer, nosotros mismos. Nosotros los adultos tan llenos de heridas, tan inseguros fingiendo saberlo todo.

Porque queremos, queremos respetar, queremos no ser autoritarios, queremos porque sabemos que lo otro daña, lo sabemos bien, lo hemos vivido.

Porque nosotros también queremos pertenecer al grupo y el grupo ahora dice que hay que ser respetuoso con los niños y oye, no queremos hacerlo mal y ser señalados.

Pero qué pasa que todo esto está muy bien, queda muy bien como ideología en los colegios, en los talleres, en los blogs...

Y todo lo que hacemos en la cáscara, pues eso, que no penetra.

Y me encuentro que va y detrás de todo ese respeto, lo que hay son diferentes formas de conseguir lo de siempre. Que el niño haga lo que yo quiero que haga. Por su bien, como antes claro, como siempre. Y nos lo creemos.

Y lo entiendo, es duro, vivimos en un momento de prisas para todo, de logros, de competición, de horarios y necesitamos que los niños encajen como puedan porque tenemos de todo, y tenemos que llegar a todo.

Entonces va y para sentirnos mejor, hacemos que sigan haciendo lo que nosotros queremos pero con otras estrategias.

Y así seguimos sin mirarnos a nosotros mismos, mirándoles todo el rato a ellos.

Qué no hacen y qué hacen, qué no hacen aún y deberían hacer y qué hacen y deberían no estar haciendo. Y venga y dale, a intervenir, a cambiar, a buscar información para mejorarles a ellos.

Y ellos mientras tanto, mirándonos a nosotros. Reflejando todo lo que nosotros no vemos de nosotros mismos.

Ofreciéndonos una oportunidad de oro para mejorarnos.

Pero seguimos creyendo que conseguiremos que las cosas cambien cambiándoles a ellos y así sobrevivimos al miedo que nos da trabajarnos a nosotros mismos.