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la adicción a estar ocupada/o

¿qué está tratando de proteger?

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Cada cierto tiempo tengo que hacerme un reseteo.

Sí, es así, a veces podemos pensar que una vez hemos hecho terapia, aprendido sobre nosotras mismas/os y encontrado aquella paz interior que tanto ansiábamos, esto ya se va a quedar así sin ningún esfuerzo ni atención por nuestra parte.

Y yo también he caído muchas veces en ese deseo, incluso he pasado largas temporadas sorprendida de lo bien que me encontraba y de lo capaz que era de sobrellevar cualquier golpe que la vida traía.

Y cuando menos me lo esperaba, he vuelto a verme en las mismas dinámicas con las que tanto tiempo he trabajado para crear otras nuevas.

La vida está llena de disparadores que pueden hacer aflorar nuestro programa mental antiguo, aquel que creamos durante nuestros años de desarrollo.

Cuando éramos pequeñas/os no sabíamos nada a cerca de este mundo, sabíamos mucho sobre nuestras necesidades y cómo satisfacerlas pero a la vez éramos totalmente dependientes de que otro ser humano supiera interpretarlas de manera correcta y estuviera dispuesto y fuera capaz de ayudarnos a satisfacerlas.

Es decir, que necesitábamos, por ejemplo, alguien que nos devolviese la seguridad cuando sentíamos miedo, alguien que nos ayudase a lidiar con sensaciones intensas dentro de nuestro cuerpo nombrándolas de manera adecuada y ayudándonos a entendernos y a poder ayudarnos.

Alguien que estuviera disponible emocionalmente y en sintonía con nosotras/os.

Estas experiencias repetidas hacen que nuestro cerebro crezca sano y capaz de autorregularse emocionalmente.

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Desgraciadamente muchos/as crecimos con adultos/as que a su vez estaban lidiando con sus propias emociones difíciles. Es muy posible que hayamos crecido en lugares donde nuestros cuidadores tenían sus propias historias sin resolver, sus traumas y duelos sin procesar y eso se traduce en que esas personas tenían sistemas nerviosos tremendamente desrregulados. Lo que traducido significa que no estaban en contacto con sus propias emociones ya que habían sobrevivido separándose de su dolor y por lo tanto no podrían soportar ni atender adecuadamente el nuestro cuando surgía.

Al no tener esas experciencias de Co-rregulación tempranas nuestra mente se tuvo que hacer cargo de nuestro malestar interior y lo hizo separando nuestro cerebro racional de nuestro cerebro emocional. Una parte de nosotras/os se encargó de seguir con el día a día como si nada nos sucediese dentro. Y otra se encargó de mantenerse alerta y desarrollar todos los instintos de supervivencia para protegernos de que nos volvieran a pasar cosas malas.

Lo que convierte nuestro cerebro en un cerebro muy reactivo y con pocas capacidades de autorregularse, ya que no hay una buena comunicación entre la parte del cerebro que da sentido, organiza y autorregula la experiencia emocional y nuestro cerebro más intuitivo y emocional.

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Los adultos/as cuando vivimos fuera de nuestra capacidad de lidiar con nuestra experiencia interna hacemos inconscientemente todo tipo de cosas para sobrellevar la vida.

Tenemos ataques de ira para intentar cambiar la realidad que nos duele o nos molesta, o para protestar por la falta de afecto que sentimos. Bebemos, humillamos, criticamos, y nos hacemos adictos/as a cualquier cosa que nos ayude a distraer la atención de esos lugares dolorosos dentro de nosotras/os de los que casi hasta nos hemos conseguido olvidar que están ahí.

Y estas adicciones son de todo tipo, porque cuando pensamos en adicción nos viene a la mente el tabaco, las drogas, quizás el juego, internet...sin embargo hay una adicción en la que no solemos caer en la cuenta, yo la primera.

Es la adicción a estar ocupadas/os.

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Y de aquí viene mi necesidad de reseteo.

Hace tiempo que descubrí que tengo una parte protectora cogió el rol de hacer un montón de cosas, tenerme muy ocupada para alejarme de mis sentimientos difíciles.

Esa parte es tan aceptada socialmente y muchas veces tan sutil que me cuesta detectar cuando se ha hecho al cargo de mi vida y de todo mi sistema interno. Me hace meterme en proyectos maravillosos y llevar a cabo muchísimo trabajo adelante y me cuesta darme cuenta de que no estoy yo porque se ha especializado en hacer trabajos que también me dan mucha satisfacción.

Cuando yo estoy centrada, y mi YO, mi Self, está liderando mi interior, ella está en su rol más sano, ayudándome a darle sentido a mi vida, pero a veces, hay disparadores que despiertan alguna herida en mi interior y yo vuelvo a desaparecer.

Esta parte de mi toma el control para ayudarme a no sentir y poder seguir adelante y a veces me cuesta tiempo hacerme consciente de esto.

Antes generalmente me tenía que poner enferma o tener algún desencuentro grande con alguien para darme cuenta de que algo me estaba pasando.

Ahora que tengo más práctica en esto de mi "familia interior" empiezo a notar antes las señales. Tengo un ritual que suelo hacer para chequear lo presente que estoy, observo si siento mi corazón abierto o estoy más bien irritable y la gente me molesta, miro también mi nivel de energía... y empiezo a darme cuenta de que no estoy del todo aquí.

Y si yo no estoy ¿Quién se está haciendo cargo de mi vida?

Normalmente es ella, si la dejo sin mi liderazgo es capaz de hacerme solo trabajar y trabajar y al final activa a mi parte bombera que me saca a divertirme a su manera extrema.

Con lo cual vuelvo a estar en este patrón.

Qué hago?

Necesito hacer una pausa, poner el freno. Darme cuenta de que no estoy aquí.

Miro qué parte de mi está activada y le agradezco que haya estado haciéndose cargo de todo.

Le pido que me indique qué sentimientos está intentando alejar de mi conciencia. Qué es lo que está intentando que no sienta, qué está intentando proteger.

Y entonces, una vez puedo estar en contacto con mis emociones fundamentales, con los sentimientos que no me estaba permitiendo sentir, puedo escucharlos y atender sus necesidades.

Ahora sí, yo puedo hacerlo como si fuera esa mamá o papá en sintonía, amorosa, sin expectativas, que escucha, abraza, da presencia incondicional y toma las acciones que esa parte de mi necesita para volver a sentirse segura y amada.

A esto le llamamos una experiencia correctora interna.

Y todo ha comenzado con una pausa, un momento, en el que me he parado a observar.

Porque la vida sucede momento a momento y a veces nos los estamos perdiendo todos.